MARATONES

3 /Septiembre/ 2012

Algo tienen los maratones que sacan lo mejor, o a veces lo peor, de la gente. Estas carreras de resistencia ponen a prueba la mente, el espíritu y la fortaleza física de quien los corre. No hay que ganar ni de lejos, para ser un buen maratonista, pero sí hay que ser muy sólido de cuerpo, mente y alma para hacerlo bien.

Este domingo se corrió el XXX Maratón Internacional de la ciudad de m´EXICO. miles de corredores se dieron cita puntual en un Zócalo tomado a medias por el enésimo plantón del SME, pero el primero que obstaculiza directamente un evento importante para las autoridades del DF. La reacci´òn fue inmediata e inusual. El GDF anunció el rompimiento inmediato de su intermediación entre el SME y el gobierno federal, lo cual tiene pocos efectos prácticos en una negociación que es más diálogo de sordos que otra cosa, pero aun así el simbolismo no es menor: si me vuelves a bloquear mis eventos, me enojaré y te dejaré de hablar unas horas. de sentarlos en el rincón ni hablar, de retirarlos de la plancha del Zócalo mucho menos. Cría cuervos y te echarán a perder tus maratones.

Los maratonistas no sólo corren para quedar en primer lugar, para ganar. Compiten primordialmente contra sí mismos, buscan mejorar su aguante, su resistencia, su velocidad, su concentración. Es un ejercicio de voluntad, de perseverancia, de fortaleza espiritual. Claro que la meta última de todo atleta es ganar, pero en este, como en otros deportes, el primer rival a vencer está dentro de uno, no en el contrincante que va a un lado o unos metros adelante.

Por ello me cuesta comprender a quien hace trampa en un maratón. es ilógico, absurdo: un contrasentido que además de poco ético resulta francamente ofensivo a la inteligencia propia y a la de los demás. Como dice un amigo, lo convierte en un concurso de tontos.

Muchos en México y algunos en Alemania recuerdan el tristemente célebre caso de Roberto Madrazo, quien decidió tomar un atajo en el famoso y reconocido maratón de Berlín. Tomar un atajo es una manera amable de decir trampa, y tan pronto salió a la luz la triquiñuela fue descalificado. Evidentemente el ex candidato presidencial del PRI, quien venía ya de sufrir una dolorosa derrota en las elecciones del 2006, no quiso someterse nuevamente. Para su infortunio, el chip electrónico en sus zapatillas lo delató, pero no antes de que posara para las cámaras al cruzar la meta, los brazos en alto y una amplia sonrisa.

Paul Ryan, el aspirante a la vicepresidencia de EU, quien se precia de su excelente estado de salud y condición física, relató que su mejor tiempo en un maratón había sido de “dos horas cincuenta y tantos minutos”, un tiempazo para cualquier corredor. La revista Runner's World se dio a investigar y descubrió que Ryan había exagerado un poquito: en realidad eran poco más de cuatro horas las que les tomó terminar la única carrera de maratón para la que existe registro suyo? el Maratón de las Abuelitas (así se llama) de Duluth, Minnesota, en 1991. Hasta donde se sabe ése es el único, ocupando menos el último, que Ryan ha corrido…

¿Una mentirilla insignificante? Probablemente, pero una que dice mucho acerca de su personalidad. Y es que hay de mentiras a mentiras, pero ésta esuna en la que sólo se engaña a sí mismo, como todo aquel que se hace trampa solito. No eres el único político ni el único corredor que miente, pero lo hace muy mal y eso es un pésimo augurio para sus carreras.

Los maratones, decía yo al principio, nos muestran a la gente en toda su dimensión. Las mentiras también. El onanismo de la falsedad, le podríamos llamar...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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