EL LEGRADO DE CHAVEZ

11 /Marzo/ 2013

No es un dedazo, queridos lectores. Tanto se ha escrito ya acerca del “legado” de Hugo Chávez que me pareció más original y adecuado referirme a lo otro que le hizo a Venezuela: la manera en que el recientemente fallecido presidente separó a los distintos estratos de la sociedad venezolana, con los resultados que hoy vemos.

Venezuela es hoy un país profundamente dividido y polarizado. Una mitad (o un poco más) de la población llora y lamenta la partida de su líder, mientras que el resto observa un tanto incrédula, si no es que cínica, las muestras de dolor y de duelo. No me atrevo a afirmar que algunos lo celebran, porque tal actitud me parecería perversa y de mal gusto, pero no dudo que muchos venezolanos, sobre todo de las clases media-alta y alta, estén hoy de plácemes ante el fallecimiento del que parecía que iba a ser, y terminó siendo. Presidente vitalicio de Venezuela.

14 años. Se escribe fácil, pero casi una década y media fue suficiente para transformar, voltear de cabeza diría yo, al anquilosado y corrupto “establishment” venezolano que le antecedió. Nadando en petrodólares en el “boom” de principios de los 80’s, los gobiernos venezolanos no supieron, pudieron o quisieron ocuparse de los problemas más elementales y permitieron o propiciaron que creciera y se perpetuara la pobreza y la desigualdad, a la vez que las grandes fortunas iban en aumento, ya en Caracas o en Miami.

La inconformidad social en Venezuela nunca adquirió los tintes dramáticos de Colombia. Ni terrorismo urbano de grandes magnitudes ni guerrilla organizada, pero sí pequeños grupúsculos armados de tinte marxista y, sobre todo, un profundo malestar con un sistema en el que si bien se daba la alternancia, que algunos consideraban pactada, entre los principales partidos, no permitía la participación de fondo, en las grandes decisiones, de amplios sectores de la sociedad.

Fue en ese entorno que el Coronel Hugo Chávez Frías intentó un golpe de Estado en 1992 contra el gobierno del alguna vez populista Carlos Andrés Pérez, cuyo primer mandato coincidió con la prosperidad petrolera, pero que en el segundo tuvo que dictar medidas de austeridad que generaban un profundo rechazo y confirmaban para muchos la noción de que los poderosos venezolanos solamente se turnaban el poder entre sí, sin importar colores partidistas o ideologías.

De la gestión de Chávez, quien ganó las elecciones en 1998, con un amplio margen, se ha dicho y escrito mucho. Sin duda se benefició de la impresionante alza de los precios del petróleo, pero lo mismo podría decirse de algunos de sus antecesores que no hicieron mucho de provecho con ese dinero. Chávez gastó en programas sociales que disminuyeron la pobreza y marginación, pero también malgastó en muchas otras cosas, incluidos sus intentos por hacerse de un liderazgo regional que no se puede negar que logró.

En cuanto a la desigualdad, que va de la mano con la pobreza en nuestros países, en los últimos años Venezuela logró colocarse como el país menos desigual de la región, de acuerdo al internacionalmente reconocido coeficiente de Gini, superando por mucho a Brasil, que también vio grandes avances en la materia durante el gobierno de Lula pero que no ha logrado el mismo éxito en la materia.

Subrayo lo anterior para explicar el porque de las masivas expresiones de duelo y de dolor en las calles de Venezuela. Chávez no solamente gastó e invirtió en el combate a la pobreza y desigualdad (que además, dicho sea de paso, le redituó mucho en términos electorales) sino que también estableció un nivel de contacto y comunicación con los sectores más desprotegidos que lo hicieron verse como una suerte de ángel de la guarda. Por primera vez en la historia reciente de Venezuela, alguien desde el poder le hizo caso, escuchó y atendió, a los más pobres.

Con eso, Chávez puso de cabeza a Venezuela y a la región entera. Hay mucho que criticar de su manejo económico, de su desdén por las instituciones, de su desprecio y maltrato a las libertades, pero no cabe duda de que el coronel golpista resultó un transformador.

Para bien o para mal, o para bien Y para mal, Chávez cambió a Venezuela. Ahora tocará a sus sucesores poner un poco de orden y tratar de volver a unir aquello que el difunto presidente separó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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